Cuestión de confianza

Sánchez, con semblante abatido, pidió perdón hasta la saciedad, se mostró decepcionado con su hasta ayer mano derecha y anunció una auditoría externa, pero esquivó la asunción de responsabilidades políticas, tras haber sido incapaz de sospechar o detectar la más mínima anomalía orgánica de dos de sus dirigentes de máxima confianza. A la vista está que todo falló en el control interno en Ferraz porque nadie denunció la existencia de maniobras tan cloaqueras como las recogidas en el informe de la Guardia Civil. Y el líder del PSOE tampoco aclaró el destino del dinero arañado de las comisiones. ¿Se quedó en algunos bolsillos o se fue al partido?

El presidente, que llegó hace siete años a la Moncloa tras tumbar a Rajoy en una moción de censura por el caso Gürtel, pudo ayer haber anunciado una cuestión de confianza para comprobar que sus apoyos políticos siguen intactos en el Congreso, pero no lo hizo y prefirió una huida hacia adelante. Anunció que seguirá gobernando hasta 2027 sabiendo que su posición está debilitada y que los dos años que restan para ese objetivo pueden ser todo un vía crucis. Es una apuesta de riesgo porque sus aliados contienen el aliento tras destaparse semejante escándalo de corrupción y algunos de ellos se lo están pensando. Es una cuestión de confianza.