El fiasco de la ayuda humanitaria se agudiza en Gaza

Sin embargo, desde el momento en el que la semana pasada abrió sus puntos de distribución, pocos y situados a gran distancia de donde reside la población, sus operaciones han estado marcadas por la polémica y la tragedia. Primero por las grandes aglomeraciones que dificultaron la entrega de ayuda y crearon tristes escenas de caos; después por los problemas de seguridad que provocaron la muerte de varias decenas de palestinos en los alrededores del centro de Rafah entre el lunes y el miércoles -solo el martes fallecieron 27-.

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Finalmente, ayer GHF decidió cerrar todas las instalaciones a la espera de que las tropas israelíes mejoren la seguridad en torno al perímetro de los puntos. Oficialmente, la organización bajó la pesiana para realizar «obras de renovación, reorganización y mejora de la eficacia».

Si bien GHF afirma que ha llevado a cabo sus operaciones con normalidad, y que ha repartido ya más de siete millones de comidas, reconoce que fuera de sus centros reina el caos. Por su parte, las Fuerzas de Defensa de Israel responden que primero disparan al aire para tratar de dispersar a los gazatíes que se acercan a ellos pero que luego se ven obligadas a disparar a matar para detener su avance. Los palestinos, por su parte, niegan haber amenazado de ninguna forma a los soldados hebreos.

En medio de este cruce de acusaciones, la población de la Franja continúa pasando hambre, ya que, como denuncia la propia Naciones Unidas, el volumen de alimentos que entra no es suficiente. Y más aún si los centros se ven obligados a cerrar.

Este jueves, no obstante, GHF ha abierto dos de ellos en el sur y, según los datos ofrecidos por la Fundación, ha entregado 1,4 millones de comidas más. A pesar de ello, el resto de organizaciones humanitarias se niega a cooperar con la israel-estadounidense.