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Los grupos de whatsapp del colegio están estos días que echan humo. La excursión, las reuniones con la tutora, la actuación de fin de curso, ... la organización de meriendas, comidas y cenas de las extraescolares... Todo son risas hasta que un 'valiente' pone en el chat: '¿Quién quiere participar en el regalo a la profe?' Y se desata la guerra mundial. En las clases suele haber tres tipos de padres: los que consideran que no hay que 'premiar' la labor de los profesores por hacer su trabajo porque a ellos tampoco nadie les da ningún regalo en el suyo; a los que no les parece mal tener una atención con el tutor, pero entienden que con un detallito de parte de toda la clase es más que suficiente; y a los que todo les parece poco y plantean fines de semana con circuito spa incluido o bolsos de marca a 30 euros por niño.
El tema de los regalos a los profesores en fin de curso ha llegado a tal punto que varios colegios catalanes –Can Fabra, La Maquinista, Ignasi Melé i Farré y Sadako, entre otros– se han 'plantado' y directamente los han prohibido o pedido que no los hagan. Los directores de estos centros educativos justifican la decisión porque consideran que muchos de estos obsequios cruzan la línea de lo que se entiende como un simple gesto de agradecimiento a la labor del profesor durante todo el curso. Una cosa es hacer un vídeo de la clase o regalar una taza de recuerdo con dibujos de los alumnos y otra muy distinta un menú degustación en un restaurante con estrella michelín o un jamón, reconoció en una entrevista a 'La Vanguardia' Olga Casco, directora de la escuela Ignasi Melé i Farré de Tossa de Mar (Girona).
En Sadako, por ejemplo, han enviado una carta a los padres en la que se especifica que «no aceptan spas ni relojes» y que «la mejor recompensa» a la labor de los profesores «es la confianza de las familias». En este centro se ha instaurado la tradición de que los alumnos de Infantil llevan un desayuno a sus maestros el último día de curso y listo. Los colegios que han implantado esta medida –«no ha sido fácil, porque tampoco queremos ofender a los padres»– están convencidos de que «si no se frena esta fiebre de los regalos, el tema se nos va a ir de las manos».
Además de que puede resultar «discriminatorio» porque no todas las familias pueden hacer frente al desembolso que supone un regalo de esas características, los expertos también llaman la atención sobre las formas. Consideran que cuando los regalos se debaten y deciden en grupo de whatsapp, «en el fondo se trata de una obligación encubierta porque, de alguna manera, te empujan a participar, algo que no es justo porque ni todos los padres tienen la misma situación económica ni todas las familias tienen por qué estar igual de contentas y agradecidas con el profesor de turno».
En general, esta medida ha sido bien recibida por los padres, pero también ha levantado ampollas en otros. «Me parece muy feo que nos prohíban tener un detalle con alguien que para nosotros ha marcado la vida de nuestros hijos, pero aún peor me parece que lo digan a estas alturas cuando ya lo tenemos comprado. Como este año es el último de nuestros hijos en Primaria, habíamos preparado el regalo con tiempo porque queríamos que fuera algo especial y ahora nos llega una circular diciendo que está prohibido. Supuestamente, lo hacen para no poner en un compromiso al profesor de aceptar algo caro, pero ¿es que ya no se puede ser detallista con alguien al que tienes precio y eres agradecido? Son regalos personalizados que no vamos a poder devolver. Están todas las madres que trinan y con toda la razón del mundo, me parece superinjusto», denunciaba ayer Irene en uno de los numerosos grupos de whatsapp de padres que estos días echan humo.
¿En qué momento hemos pasado de regalar a los profesores una taza con el nombre de los niños o un cuaderno con dibujos a un fin de semana en un resort con spa incluido o un bolso de firma? Algunos padres entran estos días en una especie de competición absurda no solo por qué clase hace el regalo más caro sino también al más original y los docentes se encuentran sobre sus mesas con paquetes más propios de una boda que de un fin de curso. Esta es, precisamente, una de las cuestiones que más incomodan a los docentes, que no quieren parecer desagradecidos, pero son conscientes de que determinado tipo de obsequios cruzan la línea de un simple agradecimiento por su trabajo. «Es abrumador», coinciden varios profesores. Hace unos días, un padre colgaba en sus redes sociales una de las propuestas de regalo planteadas por uno de los miembros del grupo. «Y no es broma, lo decían totalmente en serio», advertía. «Dieron la sugerencia de que podríamos regalar a la profesora una funda nórdica con la cara de todos los alumnos estampada en ella». Las propuestas de los grupos de whatsapp incluyen desde «noches de hotel a joyas, bolsos de marca... hasta jamones».
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